jueves, 27 de mayo de 2010

Editorial


Quien siembra,
recoge
Por lo general, la sociedad española, tiene unas orientaciones cognitivas, afectivas y valorativas hacia la política bastante negativas. No suele utilizar canales de acceso a lo político, como enviar una carta proponiendo una alternativa a un alcalde, porque opina que no va a obtener una respuesta por parte de los sistemas políticos. Hay una gran desconfianza hacia los sectores políticos, pero a su vez se pretende que sean eficientes en sus tareas y exigen que los resultados sean los mejores posibles. Para que un sistema político sea participante se requiere de la contribución y participación de los ciudadanos. No se trata de ser ciudadanos pasivos, sino activos. Porque como bien dice el dicho: quien siembra recoge.

Esto es lo que debieron pensar las monjas del convento de Nuestra Señora del Espino, situado en Vivar del Cid, cuando propusieron hacer unas reformas en el Monasterio. El cual desde su fundación a finales del siglo XV, sufrió un incendio y volvió a ser edificado, aguantado sus firmes raíces sobre el suelo donde nació el héroe castellano Rodrigo Díaz de Vivar. De quién todavía guardan con sumo cuidado el cofre donde estuvo guardado durante siglos el Códice del Poema de Mio Cid, que fue arrebatado a la comunidad de monjas, con la promesa de devolución y llevado a la biblioteca nacional, donde permanece actualmente para su estudio.
Ya que se trata de unas monjas clarisas que se basan en el principio de la pobreza, era muy costoso para ellas calentar todo el edificio, dada su amplitud. Y apenas tenían calefacción en los aposentos. Por lo que solicitaron unas reformas, que no podían costear, ya que no disponen de rentas y pidieron una subvención a la Junta de Castilla y León, quién a pesar de la crisis, lo aceptó.

Nos encontramos en una sociedad en la que hay una pésima opinión acerca de los políticos, quiénes entre otros calificativos negativos puestos por los ciudadanos, resalta su interés, su propaganda… Aunque no fue esto no es lo que pensaron las monjas cuando el pasado domingo, sin previo aviso, el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, fue a visitarlas y asistió a la misa de diez en el convento.

Las monjas tan agradecidas con su visita, le ofrecieron a él y a sus acompañantes, un tazón de chocolate con churros casero y algunas de las pastas que realizan en el convento. Tras el desayuno le enseñaron las estancias, las reformas realizadas, la huerta y demás zonas del convento que por regla general no se pueden visitar. Compartiendo alegría con los presentes y mostrando su humilde agradecimiento.

Se suele pensar que los políticos realizan estas acciones para quedar bien y para influir favorablemente en la opinión pública de la población. Pero, sin embargo esta visita no estaba concertada en los medios. El presidente no buscaba su propaganda, sino dar una alegría a las monjas y comprobar lo que se había hecho en dicho monasterio. Y ya de paso disfrutar de un paseo por el pueblo que dio la vida a un héroe castellano, El Cid.

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